Ser instructor

Ya llevo años trabajando de instructor, profesión que nunca pensó el pequeño Beto cuando soñaba, parado bajo los tres palos, ser el arquero de Perú en una final del mundo.
Mentiría si dijera que no recuerdo como pasaron las cosas, las recuerdo bien pero esa es otra historia.
Realmente es un trabajo complicado, hay gente que piensa con los pies y dice que cualquiera puede ser instructor. Nada que ver. Tienes que tratar con todo tipo de personas que, aunque no sepan nada, tienen la razón por el simple hecho de ser clientes y por que de su bolsillo sale tu sueldo.

No soy como esos tipos grandotes que no pueden rascarse la espalda
ni tengo voz gruesa ni poco pelo ni ropa extraña.
No soy un grandulón ni un monigote que se toma su batido cada mañana
ni esta en mis planes inyectarme la muy milagrosa sustancia.

No voy a trabajar pensando como enamorar a las alumnas
ni voy maquinando como intimidare a los alumnos.
No me creo más que nadie por tener mas grandes los músculos
ni consumo la sustancia que ya dije, esa que viene en tubos.

No hago ruidos extraños mientras estoy entrenando
ni ridiculizo a los alumnos levantando sus barras como jugando.
No golpeo las mancuernas mas grandes cuando las tengo en la mano
ni modelo frente a los espejos cual robot malogrado.

Estudie en la federación peruana y ya tengo tres certificados internacionales.
He estudiado y, a comparación de mis colegas en las aulas, yo sí leí los libros y no los usaba para darme aire.

No iba a clases con la ropa que usaba en el gimnasio
ni le guardaba asiento a mi amigo imaginario.
No olvidaba nunca poner el celular en vibrador
ni abría en plena clase un taper con camotes y menestrón.

No me sentaba en las ultimas filas con animo de molestar
ni hacia sonidos raros ni conversaba ni me dormía.
No salia de clases a comprarme un sanguchón de carretilla
ni vendía esteroides en los baños a escondidas.

No hacia preguntas personales en medio del salón
ni trataba de buscarle un error al profesor.
No le dejaba mi numero a la secretaria de la federación
ni le ponía mi nombre y el suyo dentro de un corazón.

Eso es todo, si alguien se sintió identificado que vaya a la iglesia y que limpie su conciencia.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Beto!! me encanta el blog, esta bueno q plasmes tus sentimientos. Me encantaron tus palabras de como empezo todo esto. Yo tampoco me acordaba de que en la secundaria hablaras de esto jaja pero lo terminaste siendo y, por lo que se ve, sos buenisimo. UN abrazo y segui posteando mas!
Eduardo Severino ha dicho que…
Interesante post beto y tienes mucha razon en lo que escribes pero es ahi donde entra la tolerancia amigo ya que en este mundo sin ella matariamos a muchos.
buen post beto un saludo y un abraso.
Eduardo Severino

Entradas populares de este blog

Torociones

Veintiséis de noviembre del dos mil diez

Lección de humildad. Capitulo cuatro.