Lección de humildad. Capitulo dos.


, no me canso de ver el gol en youtube.com, la recuperada de Zambrano, el pase de Vargas, la devolución de Rengifo, la corrida de Vargas, la barrida de Fano, todo es demasiado impresionante.

Salimos de casa, compramos un par de pilas para la cámara donde el chino Julio y caminamos a Pardo mientras probábamos las memory cards. Suponía que los taxistas harían su agosto, pero para mi siempre es abril.
Mi hermano y su nerviosismo, como si el fuera a jugar (no por favor, no!), ya había parado a cuatro taxis y nada. Así que decidí recurrir a las palabras educadas dirigidas directamente al corazón.

Primer taxi
"Buenas noches señor, vamos para ate al estadio monumetal. Cuando me cobra?" - Ensayé, como quién no quiere la cosa. "Veinticinco soles" - Me dijo, mostrándome los cinco dedos de su mano derecha. "Asu. No gracias." - Le dije, total, los taxis hacían cola. "Ya, vamos por veintidós" - Agrego el taxista, como si me estaría haciendo un favor, mientras subía el seguro de la puerta del copiloto. "No señor, gracias" - Terminé por decirle, en vez de algunos improperios.

Tercer taxi
"Buenas noches maestro, cuanto me cobra hasta el estadio monumental?" - Le pregunté, arrugando un poco la frente y ubicando la cabeza de lado cual paloma confundida. "Veinticinco" - Me respondió, con una sonrisa a medias como quien escucha un mal chiste. "Nada menos?" - Pregunté, como si estuviera parado frente a un televisor. "No amigo, el trafico" - Me respondió, como quien pide un sol, mientras yo daba un paso para atrás. "Gracias" - Le dije, no eres el único taxista sabes?
"Ya amigo cuanto pagas?" - Dijo el taxista, como pidiendome, a punta de suplicas, que suba a su nissan. "Vamos por veinte" - Agregó, como si algo le doliera. Y yo solo le hice un no con el dedo. Hablamos!

Quinto taxi:
"Buenas noches, al monumental?" - Paporreé.
"Hola, al de Ate?" - Me pregunto el educado y cesudo taxista.
"(No huev*n, al de Quito!) Sí señor, al de Ate" - Respondí amablemente mientras me miraba, se cogía la barbilla con la mano y cerrando maliciosamente los ojos, me dijo el siguiente disparate:
"Treinta soles esta bien?"
"No, no esta bien, que me vas a llevar volando o que cosa?" - Respondí asadito.

Séptimo taxi
"Buenas noches, al monumental o lo mas cercano que se pueda?" - Pregunté rendido.
"Quince soles?" - Me preguntó el taxista y, para que regatear tal oferta?

Subimos al carro, era uno de esos que tienen esa reja enorme protegiendo al taxista e incomodando al copiloto, muy aparte del incomodísimo olor que despedía cada poro del taxista y de sus preferencias de música radial. Pero todo era soportable si pensaba que vería a los jugadores de Argentina, luego de la larga espera, y de pensar en el espectáculo que sería el estadio.

El tráfico estaba terrible, yo jamás había visto tales embotellamientos. Por todos lados era el desastre, por cada atajo que se tomaba, por cada esquina que se doblaba, habían carros y carros por todos lados. Así, en un hora y cuarto llegamos a Javier Prado con San Luis, tiempo que en el cual explotó la paciencia del taxista quien decidió abandonar su misión.

"Caballero hasta aquí no mas puedo traerlo, hay mucho tráfico y yo tengo un compromiso, comprendame pues por favor" - Decía el taxista con voz de arrepentimiento como si él fuera el culpable.

"Hasta acá cuanto es?" - Le pregunté, con un poco de molestia tengo que aceptarlo.

"Ya nueve soles pues, yo seguiría caballero pero tengo un compromiso" - Seguía diciendo el taxista.

Se le pagó a palos, con molestia, y decidimos ir a la caza de otro taxi. Nadie quería ir, unos querían ir por el peaje, otros cobraban como si viniera uno desde Pardo y otros simplemente no tenían la pegada y regalada gana de ir y, es más, hasta se reían de la de uno. Pues en verdad había que tener harta esperanza para tomar un taxi a ese lugar cuando los policías habían cerrado por todos lados. Hasta que uno nos cobró nueve soles y nos llevó hasta el ovalo al final de la Fontana, cerquisima y había un montón de gente.

Una vez afuera del taxi, caminamos y caminamos, como todos los demás, hasta el estadio, hasta la entrada a oriente. Pasamos el control policial, sí, ese toqueteo que te hacen los tombos el cual me parece deplorable e innecesario. Y bueno, el reconocimiento de entradas.

Eran casi las ocho y habíamos llegado bien, ya estabamos dentro.

Fin de la segunda parte.

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