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Mostrando entradas de septiembre, 2008

Lección de humildad. Capitulo cuatro.

Se pudo ganar ese partido y no solo hubiera sido histórico si no también algo milagroso. La selección jugaba como nunca, ni bien la tocaba un argentino le caían cuatro o más piernas, cada una con su patada respectiva. La gente no dejaba de alentar y dar sus más fuertes gritos. Parecía que en cualquier momento llegaría el gol peruano. Era todo un espectáculo ver jugar a Vargas. Siempre quise verlo pero nunca pude, en verdad es un genio. Lamentablemente termino el primer tiempo empatados a cero y la gente aprovechaba para ir a los, si se puede llamar así, servicios higiénicos, que de higiénicos no tienen nada, ni el papel. Yo me quedé en mi asiento, escuchando las conversaciones de la gente, además de las apuestas que corrían entre gente desconocida acerca de como quedaría el marcador. "Uno a cero para Perú" - Decía por ahí alguien que le apostaba a otra persona sobre quien pagaría el taxi de regreso. "Tres a uno para Argentina" - Le respondió el otro, confiado en que

Good bye, LC

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Haré un alto a lo que estaba escribiendo para dedicarle un tiempo a una amiga que siempre recordaré. No sé cómo comenzar. En momentos como estos es fácil pensar en muchas cosas pero qué difícil es escribirlas. Quiero que sepas que la noticia me cayó como un golpe en el pecho, me quitó la sonrisa y me trajo recuerdos. Pocas veces encontré gente como tú en el horario en el que estaba cuando te conocí. Tengo que admitir que cuando llegaste no quería llevar tu rutina por prejuicios tontos acerca tu apariencia, pero luego era yo el que corría al tarjetero a buscar tu nombre cuando llegabas. Hacías siempre las mismas preguntas y le tenías miedo al cambio de rutina pues sabías que te medirían de nuevo y estabas segurísima de no haber bajado ni un centímetro. Me dabas risa. Me cambiabas de nombre sin querer, pero igual te hacia caso. Me llamabas con la mano débil y no sabía cómo mirarte. Eras el centro de atención cuando llegabas y saludabas en ingles. Hablabas con orgullo de tu famili

Lección de humildad. Capitulo tres.

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Lección de humildad es un jalón de orejas para los que perdieron algo que no se debe perder nunca, la esperanza de ser feliz aunque sea momentáneo. Eran las ocho, y no recuerdo cuantos minutos más, cuando nos ubicamos, previo uso de los siempre aseados servicios higiénicos del estadio, en "nuestros" asientos. Y digo "nuestros" por que no necesariamente eran nuestros, es decir, las entradas tenían su numeración pero pensábamos que nadie las respetaría. Bueno yo pensaba eso pues la última vez que fui a ver a Perú jugar fue también contra Argentina pero esa vez jugaba Maradona y yo solo recuerdo que fue en el estadio nacional. Y lo recuerdo pues mi mamá siempre me recuerda que le debo la millonada que le costo posicionar nuestra anatomía en occidente baja y no me consta haber estado viendo los numeritos en los asientos. Una vez sentados me distraje viendo lo que hacía uno de los polizontes por la gran pantalla del estadio, pantalla que sería ciertamente útil si por lo

Lección de humildad. Capitulo dos.

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Nó , no me canso de ver el gol en youtube . com , la recuperada de Zambrano , el pase de Vargas, la devolución de Rengifo , la corrida de Vargas, la barrida de Fano , todo es demasiado impresionante. Salimos de casa, compramos un par de pilas para la cámara donde el chino Julio y caminamos a Pardo mientras probábamos las memory cards . Suponía que los taxistas harían su agosto, pero para mi siempre es abril. Mi hermano y su nerviosismo, como si el fuera a jugar (no por favor, no!), ya había parado a cuatro taxis y nada. Así que decidí recurrir a las palabras educadas dirigidas directamente al corazón. Primer taxi "Buenas noches señor, vamos para ate al estadio monumetal . Cuando me cobra?" - Ensayé, como quién no quiere la cosa. "Veinticinco soles" - Me dijo, mostrándome los cinco dedos de su mano derecha. " Asu . No gracias." - Le dije, total, los taxis hacían cola. "Ya, vamos por veintidós" - Agrego el taxista, como si me estaría haciendo un f

Lección de humildad. Capitulo uno.

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Lo que he vivido estos días es simplemente increíble y lo tomaré como el principio de tiempos mejores. Mi hermano compró las entradas a modo de consuelo pues no había podido conseguir las entradas para la final del voley de menores. "Anda pidiendo permiso en el gimnasio por que vamos a ir al estadio el miércoles" - Me dijo. "Vamos a ir a ver el Perú - Argentina?" - Le pregunté. "Te gusta tirar tu plata, no?" - Agregué sarcásticamente. "También si quieres" - Dijo, cual amenaza. "Ya que insistes" - Le dije, como sonriendo. "Pero no esperes que algún día te pague" - Le repliqué. "Tampoco pienso cobrarte" - Me dijo, cual milagro. Yo hubiera dado mi vida si hubiera sabido lo que viviría en ese estadio. Y bueno, tal vez ese era el pensamiento popular. El pesimismo, actitud que aprendimos a la fuerza al ver las goleadas que nos propinaban partido tras partido. Ni Chabuca Granda hubiera apostado por un empate peruano y m

Ser instructor II

A veces relaciono las criticas con inodoros y con el sonido que hacen cuando bajas la palanquita de baldeo. Y lo relaciono así pues las criticas vienen, generalmente, de gente que me recuerda al objeto que inicia su recorrido al mar de Grau por ese camino. Yo asimilo los consejos dependiendo de la persona que me los dice, es decir, jamas aceptaría que mi abuelita me diga como debo patear el balón en la pena máxima del fútbol. Pero hay criticas y consejos dignos de ser escuchados. Esos que vienen de gente inteligente y capacitada, gente que merece confianza y respeto, gente que sabe por qué abre la boca y no les salen batracios ni anfibios cuando lo hacen. El tema es que mi primera entrada en el blog está, no necesariamente, hecha en un contexto negativo. Así que, con animo de objetividad y a modo de reivindicación, he aquí la segunda (y ultima) parte. Sabía que el daño muscular aumentaba el metabolismo. Sabía de aducción escapular y de músculos en sinergismo . Lo sabía por que duran

Ser instructor

Ya llevo años trabajando de instructor, profesión que nunca pensó el pequeño Beto cuando soñaba, parado bajo los tres palos, ser el arquero de Perú en una final del mundo. Mentiría si dijera que no recuerdo como pasaron las cosas, las recuerdo bien pero esa es otra historia. Realmente es un trabajo complicado, hay gente que piensa con los pies y dice que cualquiera puede ser instructor. Nada que ver. Tienes que tratar con todo tipo de personas que, aunque no sepan nada, tienen la razón por el simple hecho de ser clientes y por que de su bolsillo sale tu sueldo. No soy como esos tipos grandotes que no pueden rascarse la espalda ni tengo voz gruesa ni poco pelo ni ropa extraña. No soy un grandulón ni un monigote que se toma su batido cada mañana ni esta en mis planes inyectarme la muy milagrosa sustancia. No voy a trabajar pensando como enamorar a las alumnas ni voy maquinando como intimidare a los alumnos. No me creo más que nadie por tener mas grandes los músculos ni consumo la susta