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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Un destino para las promesas

El olvido y la muerte son dos cosas diferentes, ambos tienen un tiempo particular y caminos divergentes. Olvidar no es morir, es simplemente poner las cosas en su lugar y seguir porque hay que seguir. Morir, por su parte, es el final, aunque se muera de pena o de felicidad, no existe el más allá y, si existiera, todo sería igual, lo feliz, feliz, y lo triste, triste. Digamos que son las dos caras de la moneda que se lanza a la vereda después de preguntarse si es mejor rendirse o aguantar. Por ejemplo, el recuerdo no tiene nada que ver con la vida. Recordar es el privilegio de viajar al pasado para volver a tener por un momento lo que perdimos. Vivir, en cambio, es el misterio más grande del universo, una breve alegoría a la indivisibilidad de los neutrinos, la forma subatómica elemental del equilibrio, que cada segundo acribillan las partículas de nuestro cuerpo sin dejar rastro, como cuando la muerte nos abraza sin poder llevarnos nada, luego de tenerlo todo.  Somos los neutrinos del