Reina el absurdo III
Tengo los sentimientos encontrados entre mi fanatismo y mi criterio. Es una mezcla difícil de equilibrar: un poco de voluntad por aquí, menos subjetividad por allá y una pizca de discernimiento. Esta no es la primera vez que sucede algo que me conmueve y al mismo tiempo me llena de indignación. Hace casi dos años, la muerte de la contadora María Paola Vargas a manos del barrista apodado Bolón, motivó sin mucho éxito un movimiento social impulsado por una opinión pública indignada, con la finalidad de parar la violencia que se vive antes, durante y después de un encuentro deportivo, no solo de futbol, sino de cualquier disciplina donde las más bajas pasiones se funden con nuestras escazas características de civilización y terminan con todo lo que se ha logrado de sociedad desde el principio de los tiempos hasta el momento en el que se pierde una vida de la manera más absurda. Una vida como la del estudiante de ingeniería Walter Oyarce Dominguez, joven de veintitrés años que fue asesina