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Mostrando entradas de noviembre, 2020

El viento en las orejas

Mi corazón es el cachorro de una perrita perdida que parió en un callejón la mañana más fría de abril entre cartones y neblina. Su sístole es temblar, su diástole es llorar. Ella lo ama, pero está rendida por el parto y su leche apenas le humedece los labios porque no había comida en la basura, donde están esos gatos que le dejaron esa cicatriz que siente con su lengua cuando moja su nariz. El dolor nunca está satisfecho. Ella peina su cabecita con su saliva y lo acurruca en su pecho, pero la humedad perfora sus músculos como agujas de hielo, y su llanto no cesa, y nadie lo escucha, y tanto temblar lo va a dejar sin fuerza. Solo queda contarle que más allá del dolor existe el preticor y el viento en las orejas, para que antes de partir, en su imaginación, sea lo último que sienta. Mi alma es la zebra más joven de una manada atacada por una jauría sádica de hienas. Su propio miedo le da náuseas y la tiene paralizada de patas a cabeza. Le falta el aliento, pero respirar pondría en peligr