Lección de humildad. Capitulo cuatro.

Se pudo ganar ese partido y no solo hubiera sido histórico si no también algo milagroso.

La selección jugaba como nunca, ni bien la tocaba un argentino le caían cuatro o más piernas, cada una con su patada respectiva. La gente no dejaba de alentar y dar sus más fuertes gritos. Parecía que en cualquier momento llegaría el gol peruano. Era todo un espectáculo ver jugar a Vargas. Siempre quise verlo pero nunca pude, en verdad es un genio. Lamentablemente termino el primer tiempo empatados a cero y la gente aprovechaba para ir a los, si se puede llamar así, servicios higiénicos, que de higiénicos no tienen nada, ni el papel. Yo me quedé en mi asiento, escuchando las conversaciones de la gente, además de las apuestas que corrían entre gente desconocida acerca de como quedaría el marcador.
"Uno a cero para Perú" - Decía por ahí alguien que le apostaba a otra persona sobre quien pagaría el taxi de regreso.
"Tres a uno para Argentina" - Le respondió el otro, confiado en que jugaríamos como nunca pero perderíamos como siempre.

El segundo tiempo comenzó y mi hermano aun no regresaba, la gente perdida quería sentarse en cualquier asiento pero yo tenia que resguardar ese par de asientos con la vida por que, además de no ser nuestros, tenían una buena ubicación y nadie los había reclamado. En verdad, fue el mejor partido al que recuerdo haber ido. Inolvidable todo.

Así deberían jugar siempre seleccionados,
como si apretaran un cuchillo con los dientes,
como si tuvieran el corazón en la mano,
como si sus hijos estuvieran secuestrados.

Minuto ochenta y tantos, un error, un solo error que casi nos cuenta el partido, gol argentino que enmudeció al coloso entero. Silencio que no duró más que un estornudo pues el aliento no demoró en ser más fuerte, por causa-efecto, por fe. No pasa nada, sí se puede, Perú, Perú. Butron reclamaba a gritos a su defensa mientras Zambrano recogía el balón del arco. Que feo momento. Tanto para nada. La gente comenzaba a irse, esto no podía terminar así. No mano, no.

"P*** m**** hermano, siempre que jugamos bien perdemos faltando cinco minutos" - Decía un tipo una fila más abajo mirando su reloj. Yo saqué mi celular y me di cuenta que no le había puesto continuar al cronometro desde el primer tiempo. No sabía cuando faltaba. El reloj del estadio no funcionaba. Maldita sea. Pero algo hay que agradecerle a los argentinos, algo hay que agradecerle a Cambiasso. Si no se hacía el lesionado para quemar tiempo antes del minuto noventa, el árbitro no hubiera dado esos interminables tres minutos extras.

Minuto noventa y tantos, el último argentino que la tocó fue Messi, Zambrano se la quitó para que Vargas la tire larga a Rengifo, el charapa le devuelve sutil y preciso el balón para que Vargas aplique su velocidad y potencia. Vargas corrió como si su vida dependiera de eso, como si la muerte lo persiguiera. Corrió y corrió como si tuviera un iPhone nuevo y un choro lo estuviera siguiendo. Ningún argentino hubiera sido capaz de detenerlo, es mas, nadie en el mundo lo hubiera podido detener, por ahí un argentino lo intentó pero Vargas se lo sacó como si se tratase de una broma, como si estuviera arreglado, como si fuera una mosca, y eso era. Cada paso que daba era un centímetro mas que me iba parando. Ñol, Fano y De la Haza seguían con fe la jugada. Pero solo Fano ganó el premio que Vargas sorteaba. Yo no vi quien había metido el gol pero no me importaba, la pelota estaba dentro del arco argentino y eso era lo único que faltaba. El grito de gol fue el más largo y el más fuerte que he escuchado y que escucharé seguramente. El monumental se venia abajo, todo era movimiento. La gente en el estadio no lo podía creer, desconocidos se abrazaban entre ellos, no importaba quien era, lo importante era celebrarlo. Los que se estaban yendo regresaron y los que se fueron seguramente se lamentaran toda su vida. Yo grité el gol como si fuera mío pero no solo era mío, era de todos. Que increible sentir toda esa energía contenida siendo liberada con un grito de gloría. La gente, mas felíz que nunca, se iba del estadio sorprendida y satisfecha. Yo quería recordar cada momento.

De regreso, yo seguía sin saber quien había metido el gol aunque me las olía que había sido el gavilán. Regresamos a Miraflores y fuimos a comer al Enano un sanguchón por que el hambre acechaba. Justo pasaban el partido por CMD relatado por el genial Daniel Peredo a quien dedico esto. Recién comenzaba el partido y ya era tarde así que llegando a la casa busqué en el siempre fiel peru.com/futbol y confirmé que Fano había sido el autor del gol. Increible, Alva y Fano metieron los goles. Sin pensarlo busqué en youtube.com y ahí estaba el gol, narrado por Peredo, indescriptible, era un hincha más. Una voz que perfora el corazón más duro, las lágrimas no se ven pero se sienten.



.. va Messi para cambiar el ritmo, sigue Messi, va Zambrano para buscarlo, Vargas, recuperó Vargas, el servicio largo para buscar a Rengifo, apóyate en Paolo de la Haza, Vargas, va Vargas, empuja Vargas, quiere pasar Vargas, sigue Vargas, lucha Vargas, pasó Vargas, que bien la hizo Vargas, aquí esta el empate, en el área espera Ñol, en el área espera Ñol, está!, gol, gol, gol, gol, goool, gooooool, goooool, gooool, goool, goool, peruano, con el corazón de Vargas, con los huevos de Vargas, con el empuje de Vargas, con el pundonor de Vargas, con el corazón de todos, lo hizo Vargas, la metió Fano, la metió Fano, pita amarilla, no merecíamos perder, no merecíamos irnos con las manos vacías, no merecíamos el uno a cero en contra, apareció Fano, apareció Fano en el final, apareció Vargas empujando, tuvo tiempo hasta de sacarse un argentino, tuvo tiempo hasta de empujar a Battaglia, tuvo tiempo hasta para levantar la cabeza, tuvo tiempo hasta para mirar a Fano y Fano hizo su trabajo, Fano hizo lo que hace un goleador, Fano hizo lo que hace un nueve, ahí Fano, en el área Fano, es el mejor final que me ha tocado narrar, Perú uno, Argentina uno..

Luego de eso me sentí mas peruano que nunca, obviamente esto es solo una vivencia más. Pero gracias a Dios por haberme puesto ahí mismo donde sucedió todo. Varias veces he escuchado que en el fútbol no hay justicia y en verdad no la hay por que ese partido lo teníamos que ganar. Gracias a los que jugaron y dieron todo, no me cansaré nunca de ver ese gol y no se borrara nunca de mi memoria haberlo visto en vivo.

Gracias.

Fin del capitulo cuatro.

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