Espero que te guste

Mi madre me enseñó odontología: ¡Me vuelves a contestar y te vuelo los dientes!

Desde hace mucho tiempo he querido escribirte algo y creo que he sido muy injusto al no hacerlo todavía, siendo tú uno de los principales motivos por los cuales escribo y me gusta hacerlo. Supongo que aún no lo hago porque tengo miedo a no cumplir las expectativas que puede originar el hecho de que, siendo yo un hombre de letras, fracase en el intento de buscarle definiciones a la perfección inexplicable que representa tu existencia en mi vida. No mereces que algo hecho en tu nombre no sea perfecto, pero sí mereces, por lo menos, que haga el mejor de mis intentos. Prometo escribir de la misma forma en que me enseñaste a vivir: con amor e inteligencia.

No encuentro motivo alguno que impulse a una mujer a traer una vida a este mundo con consentimiento, sabiendo que este lugar está lleno de maldad, sabiendo que este mundo es un lugar vacío al que no pertenecen las personas como tú. Es probable entonces que hayas querido hacerlo comprometiéndote a amar y proteger con todas tus fuerzas a esta personita que salió desde tu interior para llenar de felicidad tu exterior, y eso es sumamente admirable. Admiro que hayas ubicado tu vida en ese contexto, admiro que hayas elegido el amor como eje del mundo que representa tu existencia, admiro que hayas decidido, sabiendo lo que esto significa, ser madre.

No he conocido a una persona más valiente que tú, ni más inteligente ni más alegre ni más intrépida ni más invencible ni más linda que tú. Supongo que es tu deber tener esas características y muchas más para poder lograr el éxito en tamaña labor que el destino se encargó de conferirte. Supongo también que no ha sido nada fácil decidir cambiar tu vida por otra que no es la tuya, pero que formaste sobre la base de varios latidos, preocupaciones, lágrimas, depresiones, emociones, sobresaltos y alegrías durante nueve meses de expectativa y sublime suspenso.

Me asombra pensar que una mujer, sabiendo lo que serlo significa, puede dejar de lado todas aquellas vanidades que la convierten en eso mismo: una mujer, para ser algo que no saben, pero que lo hacen por instinto: ser madre. Dejar de lado tus sueños para vivir por los sueños de otro, dejar de lado tu felicidad para procurar la felicidad de otro, dejar de lado tu tranquilidad para conservar la tranquilidad de otro, es maravilloso. Luego de esto, entiendo que ser madre y dar vida es más importante que cualquier otro trabajo en el que puede lograr el éxito un ser humano. Es como intentar que todo el mundo comprenda que la esperanza en un futuro mejor es lo más sencillo de lograr.

No ha existido nada sobre esta tierra capaz de hacer si quiera que pierdas la fuerza de tu mirada ni que dobles las rodillas ni que bajes la frente ni que pierdas la fe. No recuerdo un solo momento en que hayas aceptado la derrota ni hayas tirado la toalla ni hayas perdido la determinación ni te hayas rendido ante algo que parecía el fin del mundo, el fin del mundo será el día en que no estés más conmigo, alumbrando el camino que dibujaste para mí con las lineas de tus manos, la tranquilidad de tu sonrisa y el color de tu voz.

Tú nunca te diste cuenta, o tal vez sí, pero quiero que sepas que todo lo que hago desde que tengo uso de razón y descubrí que eres la mejor madre para alguien como yo, lo hago porque quiero ser, por lo menos, un ápice de lo que tú eres, entendiendo que esta labor puede ser la más difícil de la vida que, en un acto de amor infinito, decidiste entregarme sin esperar nada a cambio. Como si supieras de antemano que la viviría para ti.

Te amo, mamá. Gracias por todo el amor que me has dado. Es realmente todo. Que Dios te bendiga siempre.