La Gran Hambre

No nos dimos cuenta cómo sucedió. Todo pasó tan rápido. Un chifa, una pizza, cualquier cosa. Nunca pensamos en llegar a ser lo que somos. Fue una decisión en conjunto.



Los comensales no tienen quién los defienda. Las casas gourmet, restaurantes y cualquier lugar donde se expenda algún tipo de alimento, siempre tienden al abuso. Los precios no son los que deberían ser y, bueno, a veces se entiende. La calidad se pone a prueba pero no siempre aprueba. Buenos, malos, desabridos, todos reciben su premio. Su veredicto.

Tenemos paladar, buen gusto. Unos más que otros claro. Tenemos formas de expresarnos, de aparecer. Tenemos un propósito, lenguas, tripas. Vemos, olemos, salivamos. Son cosas que hacen los humanos ordinarios ¿no? Nosotros hacemos más, es una cuestión de flatulencias.

Somos un grupo selecto. Una élite. Un mito urbano. Nosotros conocemos a todos y todos nos conocen a nosotros pero nosotros no saludamos a nadie y nadie nos saluda a nosotros. Así es como son las cosas. Como quien no la quiere. Como quien no dice nada y sólo mastica. Pensándola pe varón, pensándola.

Era necesario extirpar el cancer del abuso de raíz, sí pues, el apetito nos buscaba, nos necesitaba, había que poner un orden. Era ese rugir dentro de nosotros. Esas ganas locas de tener el corazón contento. Buscamos justicia y aquí la tienen. No, esa es la ley de la calle, disciplina, respeto, huevos, educación en la mesa, no chuparse los dedos, agarrar de pavo al mesero, darle tu teléfono a la cajera, no dar propina, pedir palillos, revisar la cuenta, irnos molestos, tirar la puerta. Bueno, esas cosas dependen.

Simplemente no aguantábamos más, la ley no hacía nada, se nos hacía agua la boca y las pelotas, nadie puede decir que no lo intentamos porque decidimos hacerlo nosotros mismos. La justicia por las manos. Nuestras manos. Las mismas que agarran tenedores, cuchillos, cucharas, palitos. Las mismas que cogen servilletas, que agarran vasos, que sirven.

Sí, hicimos un pacto de sangre o, más bien, de hambre. ¿Qué? Acaso tú no defiendes lo tuyo? ¿Eres peruano o no? Entonces pe. Respétate. Pon de tu parte para la chancha. Da tu mano. Busca en tu bolsillo. En todos tus bolsillos. Hoy por ti, mañana por mí. Pasado también.

No hambre, no sólo lo hacíamos por satisfacernos. Somos peruanos de alma corazón y estomago. Buscamos algo más. Algo que no encontramos en nuestras casas. No nos escondemos. No usamos armas ni lastimamos a nadie. Esa no es nuestra metodología.

No estamos solos. Ustedes tampoco. Los tenemos a ustedes y ustedes nos tienen a nosotros. Estamos para hacer lo justo. Lo que tú no te atreves. Lo que tu vieja te prohibe. Lo que hace que se te arrugue eso, sí, eso mismo.

Podemos llamarte y nos puedes llamar. Estate listo. Prepárate. Nosotros lo estamos.

Hemos llegado, somos la gran hambre, no te olvides:

Tienes hambre?

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