Mi primera semana sin ti

Hola. 

Estoy bien, por si quieres saberlo.

¿Leíste mis cartas anteriores? Bueno, realmente no espero que las contestes. Si no deseas hacerlo, no lo hagas. Lo voy a entender. 

De verdad.

Ya pasó una semana. Qué rápido, ¿no? Me sigues enseñando cosas, como la importancia del tiempo y su velocidad. Claro que yo ya lo sabía, pero tú le das otro tipo de significado.

Estos días han sido difíciles. Más que difíciles, muy complicados. Ya he dejado de estar preguntándome cosas que no entiendo, de lamentarme, de quejarme, de estar triste, de llorar. He dejado de hacer estas cosas porque simplemente a ti no te gustaría que las haga.

Hoy fui a caminar por el malecón, por las horas en las que te fuiste. La vista era bellísima. El sol, el mar, los colores. Llegué al parque del faro y me senté en una banca vacía, a un lado, imaginando que tú estabas del otro y conversábamos. Qué divertido estuvo. Me hubiera gustado estar contigo en ese momento, recordando tu salida del hospital, que nunca ocurrió, o el hermoso reencuentro con el grupo, que tampoco ocurrió. Imaginé que estabas a mi lado y que conversábamos. Estabas ahí, ¿verdad que sí?

No dejo de pensar en ti. En preguntarme cuál fue el motivo. Pero las respuestas vienen solas y son muchas. Me diga lo que me diga la gente, me siento muy mal. Yo quiero volver a verte. Claro que sí, pero no puedo dejar de pensar qué sucedería si no lo hago y eso perturba mi mente.

El otro día buscaba motivos. Qué difícil fue encontrar uno que me tranquilice. Tanto que no lo encontré completamente. Si preguntaran por qué te fuiste en la admisión a la universidad del cielo nadie podría ingresar a verte.

Jamás había extrañado a alguien tanto como te extraño a ti. Hoy te prometí algunas cosas buenas y las voy a cumplir todas y cada una de ellas porque creo firmemente que las promesas se han hecho para cumplirse.

Era el mejor momento de nuestra amistad. Te había terminado de conocer un día antes. Alguna vez te dije cuánto te quería. Otra vez te dije que eras especial. Tal vez ese es el motivo por el cual te echo tanto de menos y el porqué del porqué me duele tanto tu partida.

No voy a recriminarte nada, ni a ti ni a Dios. La culpa de sentirme así es puramente mía. Me sabía fuerte, pero veo que no lo soy. Me he quebrado más veces de las que hubiera pensado y solo tú pudiste hacerlo, solo pudiste hacer que sufra tanto. Es que eras tan especial. Estabas en otro nivel. Suena egoísta pero tú no tenias que irte. Tú no.

Me vestí con un terno negro, una camisa blanca y una corbata negra. Estaba muy elegante, creo. Solo por ti podría vestirme de esa manera. Me arreglé el cabello como te gustaba y lo hice así porque pensé que abrirías los ojos para verme y, aunque no lo hiciste, estoy seguro de que me viste.

Ese día fue algo raro. Unas últimas lágrimas en tu nombre y otras por mí. La voz se me iba cuando tenía que cantar. Los lentes oscuros cubrían mis ojos, pero no mi malestar. Qué lugar para más lindo el que elegiste para descansar. Yo también quiero estar ahí, por si por la gracia de Dios me levanto contigo, aunque sea lo más ambicioso que podría pedir, deseo ser uno de los primeros en abrazarte.

Los chicos están bien. Están tristes igual que yo, pero sonreímos porque es lo que tú hubieras querido. Nos haces falta. Cada uno lo ha tomado a su manera, de acuerdo a cuánto te querían, supongo. Imagina cómo lo he tomado yo. Cada vez que paso por tu casa no puedo evitar pensar que saldrás por tu ventana a tirarme la llave, a saludarme o a decirme que te espere.

Me haces falta, pero no solo a mí, a todos, y lo harás para siempre.

No te preocupes por tu hermano, haré lo que esté a mi alcance para cuidarlo. Ya hablé con él. Le dije lo que le tenía que decir y él entiende. Es un buen chico y ya me conoce. Seré su hermano mayor si es necesario, pero que no me pida dinero nomás, sino ya sabe.

Termino diciéndote que las promesas de hoy son verdaderas. Te avisaré cada vez que cumpla una, prométeme que estarás atenta, aunque no esperaré respuesta alguna, no te preocupes por eso. Lo entenderé.

De verdad.

Me voy a cuidar y voy a cuidar a los demás. Voy a llevar mi vida al nivel en la que estaba la tuya y te aseguro que nos volveremos a ver. Créeme.

atte.

Beto

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