Te regalo una rosa


Hola, ¿me escuchas? Yo quiero pensar que sí porque en este momento la única vía que tenemos para comunicarnos es la fe. Esa con la que movimos montañas.

Me acabo de enterar de que estas más mal que bien y no sabes cómo me abarrota la pena enterarme de eso. Tú no puedes estar pasando estos malos ratos. No deberías.

Te quiero, ¿sabes? Eres de las pocas personas que se han ganado mi cariño. Un trabajo difícil que tú decidiste hacerlo fácil. Solo entraste, sin tocar ni preguntar. Puedes quedarte aquí dentro el tiempo que quieras.

Las veces que he ido a verte no sabía lo que iba a encontrar, estaba angustiado. Pero tu actitud me tranquilizó mucho. Te vi bien, bueno, no tan bien, pero a pesar de las heridas mostrabas una fortaleza rara en ti. Te terminé de conocer en ese momento.

Esos días que estuve contigo fueron raros. No sabía qué decirte, no sabía qué pensar. Solo fui para decirte, con mi presencia, que puedes contar conmigo en las buenas y en las malas. Eres especial y lo sabes. Eres diferente. Explotas tu inocencia tanto como tu sencillez. Sabes bien quién eres y cuánto vales, y eso es muy respetable.

Me duele verte así, saberte así, sentirte así. Jamás lo hubiera imaginado. Yo te imagino feliz, sonriente, como solo tú sabes, como tanto envidio de ti. Sé que te levantarás, que volverás a estar molestándome pisando mis zapatillas, apretándome el rostro con el reverso de tu índice y tu medio, volverás a estar sonriendo, a llegar tarde y a contarme acerca de tus clases de manejo.

Tienes que regresar, tu presencia en el grupo ha cambiado mucho las cosas. Sin ti retrocederíamos. Es una mezcla de sentimientos saber que estás así. Saber que estas cosas te están pasando a ti. Daría muchas cosas por compartir ese dolor por el que estás pasando para que no sufras tanto. Quisiera que apretaras mi brazo con tu mano cuando algo te esté doliendo y que me pases algo de ese malestar. Quisiera retroceder el tiempo. Quisiera un poco de justicia. Un poquito nomás.

No voy a escribir de Dios. No voy a entrar en detalles de algo que no entiendo. Mucha gente está preocupada por ti y no es para menos. Siendo tú la que está así. Medio mundo debería estar pendiente de tu recuperación.

Me dijeron que tengo la oportunidad de donar, pero en el formulario no había espacio para escribir donaciones de tiempo, cariño, preocupación, amor, vida, abrazos. Solo había espacio para sangre, pero en la parte de especificar la cantidad no había la opción de donar toda. Estoy confundido.

Tienes que ser fuerte. Tienes que soportar. Tienes que pensar que aquí te están esperando, ansiosos, tus amigos y toda tu familia. Todos queremos verte sonreír otra vez. Sé que te recuperarás pronto. Tú tienes que enseñarme, por lo menos, a prender un carro usando la trampa de gas y todo eso. Y ahora sí saldremos en tu carro como lo prometiste.

Aún no puedo asimilar tu estado ni por qué te sucede esto a ti. Recuerdo cuando me contabas lo que te había sucedido de pequeña. Yo te escuchaba atentamente y sabes qué: más que un privilegio, es una bendición ser lo que soy para ti.

Acá todos estamos confundidos, no sabemos cómo estás. Solo sabemos que queremos ir a verte y darte todo nuestro apoyo, nuestra fuerza, decirte que estamos contigo. Que lucharemos y ganaremos contigo.

Saldremos todos juntos del lugar en donde estás. Recuerda mis palabras. Será buenísimo.

Quise ser breve, pero contigo no se sabe. No sé cómo terminar. No sé qué más escribir. Estoy vacío. Y eso es raro en mí. Mañana iré a verte y tienes que estar despierta. Promételo. No me hagas ir en vano. Tienes que estar despierta. Sino, no te vas a poder reír de mis bromas. ¿Okey?

PD. La película no nos va a esperar hasta que te recuperes.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Torociones

Veintiséis de noviembre del dos mil diez

Lección de humildad. Capitulo cuatro.