No te salves


- ¿Cómo es eso de que no vas a ir a la pichanga por el cumple de Rony?
- No voy a estar acá, betún, no sé si lo pueden hacer antes.
- ¿Ah?
- En serio, betún. Te diré, pero solo a tí: me voy en un viaje sorpresa.
- ¿Adónde?
- A USA para visitar a Cassie, pero ella no lo sabe. He hecho todo el arreglo con sus papás para darle la sorpresa.
- Qué sexy.
- Sí, pues, espero que sea una gran sorpresa, por eso no podré estar aquí por más que quiera.
- Bro, may the force be with you.
- Gracias, betún, ojalá todo salga como espero. Ora por mí porque también parte de mi futuro depende de conocer a su familia y entorno.
- Relajado nomás. Todo cae por su propio peso y tu personalidad es obesa.
- ¿Y eso qué significa?
- Que estás gordo de bondad.*
- *Nunca había escuchado eso.

Conversación del 10 de diciembre del 2013.

*Risas omitidas por estética visual con mal sentido del humor. 


Para variar, se me pasó de largo el plan para viajar y estar contigo en este día tan especial. Nótese la ironía. No es la primera que vez que me pasa, pero sí es la última que dejo pasar respecto a ti, te lo prometo. Cumplí con averiguar todo lo necesario: la visa, el pasaporte, los pasajes, la estadía sí fue la excepción. Tal vez no le di toda la voluntad, sí, pero tienes que reconocer que a una persona como yo no le gustan los países como en el que estás. De hecho, es uno de los lugares a los que espero no tener la necesidad de ir, por más que te cases de nuevo.

Averigüé los precios de los documentos y el sistema que utiliza esa embajada para elegir a los -no sé si llamarlos- afortunados. Mi cuñada vio los pasajes y consiguió precios realmente bajos. Separé una parte de mis ahorros, proyecté mis ingresos y me dije a mí mismo casi estoy en Bel Air. No sé en qué momento me perdí en los preparativos. Creo que fue cuando el cuy me dijo que no iba a poder y yo, de nuevo para variar, me metí en tantas cosas que el tiempo se me escurrió de las manos y la cabeza se me separó del cuello. Me pasa seguido.

Creo que por eso estoy solo y tú no; que por eso te acabas de casar y yo no; que por eso eres feliz y yo -podría decir que definitivamente- no. La verdad es que pienso demasiado las cosas, y sírvase el momento para educar a la población: "demasiado" es un adjetivo cuya connotación es negativa, es decir, nunca es bueno que haya demasiado. Por ejemplo, nunca le digas a tu esposa que la amas demasiado, es como decir que la amas tanto que te hace mal. Eso es. Tengo tantas cosas en la cabeza que me hace mal, me juega en contra.

Quiero que sepas que vivo molesto contigo porque me caes muy bien y estás muy lejos. Te quiero tanto que me odio a mí mismo por no poder estar ahí para darte un abrazo y felicitarte, y también te odio por eso, porque estás tan lejos que no puedes recibir mi abrazo y dejarte felicitar. Quizás lo que odio es la distancia, pero no estoy seguro. A veces puedes estar a un centímetro de alguien y sentir que estás a miles de kilómetros de su corazón. Solo para que lo sepas, en este preciso momento contigo me pasa absolutamente todo lo contrario.

Este es mi regalo de bodas: dada la circunstancia de que me sale más caro enviarte un electrodoméstico que comprarlo, me veo en la penosa -pero exquisita- necesidad de escribirte algo que la superficie de mi dedos se encargan de proyectar desde el fondo de mi alma. Seguro ya recibiste todos los buenos deseos que existen en el imaginario popular y eso me deja una tarea de razonamiento bastante compleja para desearte algo que no hayas escuchado, así que no lo haré. Para mí ya lo tienes todo, hermano, y espero que lo sigas teniendo hasta el final de tus días.

Con cariño y sentimientos encontrados.

Betún

P.D. Quería ir, sí, pero para salvarte de las garras del matrimonio. Aunque pensándolo mejor, no te salves, como dijo Benedetti, no te salves ahora ni nunca.


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