Reina el absurdo II


Uno de los defectos que me parecen más deplorables en el ser humano es el de la cobardía. Aquella persona cuyo valor anda por los suelos y es considerada como despreciable en diferentes culturas, si no es que en todas. El cobarde es, oficialmente, aquella persona que usa excesivamente la prudencia y es incapaz de enfrentar las consecuencias de sus actos, pero también se usa para clasificar a aquellas personas que, aprovechándose de diferentes circunstancias favorables para ellos, se aprovechan de otros y creen que tienen la libertad de hacer de la vida de los demás lo más parecida a la suya, es decir, un desastre (por no decir otra cosa).


Cobarde eres, por ejemplo, cuando estás disfrazado de barrista de un equipo grande y te aprovechas de pertenecer a un grupo considerable de otros cobardes para cometer las mas cobardes fechorías que no puedes cometer en tu casa simplemente porque tus papás nunca te dijeron que te querían o nunca te abrazaron o tal vez nunca los has tenido y, en ese momento te dan ganas de robar, así de la nada, a cualquier persona sabiendo que tú y veinte puntas más podrán sacarle hasta el último hilo al bolsillo de una sola persona, y mucho más cobarde eres cuando esa persona es una mujer, y muchísimo más cobarde aún eres cuando, por robarle a esa mujer, sabiendo que no podrá lastimarte por más que se defienda, terminas con su vida y terminas también con lo último que te quedaba de dignidad. Y cobarde es decir poco, realmente poco.

Este es el caso de María Paola Vargas Ortiz, una joven que acababa de terminar su carrera de contabilidad en la Pacífico y era, entre otras bellas características, una luz para todos los que la conocían. Ella, como ya sabemos, falleció a manos de la violencia de las siempre temibles barras bravas, caracterizadas por hacer apología a la violencia, en un intento por tratar de huir de ellas cuando un grupo de estos sinverguenzas subieron a la couster donde ella se transportaba tranquilamente y como cualquier persona, como tú o como yo. Los delincuentes intentaron robarle sus pertenencias, le faltaron el respeto, la vejaron, la maltrataron y finalmente un personaje del que aún no se sabe quién es ni cómo lo hizo la arrojo de la couster en movimiento ocasionándole un golpe en la cabeza contra el pavimento provocándole una muerte nada merecida.

Hasta ahora y a pesar de los esfuerzos de la policía no se ha podido ubicar ni al sospechoso quien, escudado en su abogado y en su familia, dice haber huido del país y que se presentará ante la justicia solamente si se le dan las garantías del caso. Como si a María Paola se le hubieran dado las garantías para que suba a la couster de la cual la botó causándole la muerte. Es cierto que se sospecha de él solamente por declaraciones de otros energúmenos barristas quienes han declarado desde el anonimato. Pero eso no significa que no sea el principal sospechoso en vista que nuestra efectivísima policía aún no encuentra a los otros vándalos que estuvieron en el lugar.

Yo me tomé la libertad de difundir el grupo de facebook creado a partir de esta tragedia. Grupo hecho con la finalidad de expresar nuestro apoyo a la familia afectada, nuestra desaprovación y repudio a los culpables y confirmar nuestra presencia en un plantón frente al poder judicial ese mismo viernes en forma de protesta, entre otras cosas. El grupo unió a más de treinta mil integrantes de los cuales más de mil confirmaron su presencia la noche del viernes a dicha reunión. Los asistentes reales no pasaron de las cien almas (ciento uno tal vez con María Paola). Lo cierto es que está en nosotros lograr un cambio, en nosotros que tenemos la oportunidad de unirnos con gente que piensa de una misma manera y que busca lo mismo que nosotros buscamos, gente con una sola ideología y con una sola necesidad: Justicia. Pero en serio.

Al fin y al cabo los afectados siempre somos nosotros, nosotros somos las víctimas, los inocentes que pagan por culpables, por enfermos que creen ser los dueños del mundo, por gente que (sobre)vive la vida como si no hubiera un futuro que cuidar. Estos delincuentes deben ser encontrados, juzgados y castigados con todo el peso de la ley. Este tipo de acto no puede y no debe quedar impune. Salir a la calle no debe ser un riesgo. La vida de uno mismo no puede depender de los desequilibrios mentales de otras personas. El deporte no puede ser utilizado como excusa para desatar las más bajas pasiones y cometer los hechos más execrables y deplorables. Los autores de esta desgracia tienen que dar la cara y entregarse porque tarde o temprano el mundo dará una vuelta completa y no les gustará estar esta vez del lado de la víctima. Cosa que a nosotros si nos gustará.

Y en lo que a mi respecta, los asesinos deberían pasar el resto de los días que les quedan de vida (de la vida que ellos no respetan) en la carcel donde no hayan personas que robar ni empujar de cousters en movimiento ni estadios a donde ir con el pretexto de alentar a un equipo cuando realmente van a robar y a cometer sus fechorías creyendo que un partido de fútbol es una guerra donde tiene que haber sangre y muertos que lamentar. Ellos deberian estar encerrados tras las rejas más gruesas en la prisión más alejada de la civilización a la que ellos nunca pertenecieron para que así se roben y se maten entre ellos, para que no quede ni uno solo vivo, para ver si así logramos tener paz y tranquilidad en los estadios y no el riesgo que implica ir a este tipo de espectaculos.

Yo no sé qué es lo que sucederá mañana y creo que nadie lo sabe. Yo no sé si más tarde me suba a un tranporte de servicio público y desafortunadamente suban los mismos inadaptados que agredieron a María Paola. Yo no sé si tratarán de agredirme como lo hicieron con ella. Yo no sé si me defenderé como ella lo hizo. Yo no sé si sudecerá conmigo lo que sucedió con ella. Yo no sé si una muerte más podrá hacer un cambio, podrá hacer que todos nos unamos en serio y por fin encontremos una solución a tantas muertes sin explicación, sin importancia, o solamente sea lo que fue la muerte de Maria Paola, una noticia más. Yo no sé por qué sigue reinando el absurdo si puede reinar, no sé, la justicia, lo racional, la paz, el amor. Y tal parece que nadie lo sabe.

Dedicado a la familia de María Paola Vargas Ortiz, a las cuatro personas que recibieron una nueva oportunidad para vivir gracias a los órganos que ella donó y a todas las peronas que creen que la justicia tarda pero llega.

Comentarios

Memorex ha dicho que…
totalmente de acuerdo contigo.
Anónimo ha dicho que…
muy bueno. secundo la mocion a favor de encerrar a los responsables.

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