No te enamores de mí

 

Soledad, aquí están mis credenciales, vengo llamando a tu puerta desde un tiempo. Creo que pasaremos juntos temporales. Propongo que tú y yo nos vayamos conociendo.  
Soledad - Jorge Drexler




Hay infinitos motivos para ser feliz, pero ahora no soy ninguno de ellos. Es complicado empezar a escribir esto. Cómo decir que estoy emocionalmente indispuesto sin que parezca un invento para estar solo. Salgamos por ahí, normal, vamos a donde sea y, bien, hoy la compañía es mejor que cualquiera cosa y hasta que me pase prefiero el sonido de alguien que la falta del mío. Jamás prorrumpiré un mayor halago que ese, de hecho, hasta ahí llega mi cariño. El silencio siempre ha sido un parque de diversiones para mí.  

Hace poco este planeta empezó lentamente a girar de nuevo. Tomé una vida del armario de las vidas nuevas y la que tenía la guardé apretada en el cajón de los sueños en los que dejé de creer. Deprimí a don depresión y acurruqué a doña tristeza debajo de las sonrisas que amagué mientras moría por dentro. De repente, una sinapsis me recordó que todos valemos algo, ya sea mucho o poco, olvidar eso fue la clave de mi dolor, el secreto de mi fracaso, la arquitectura de mi depresión.

Mantener una mentira emocional es agotador. Se me va la vida haciendo que una mueca sea un protocolo absurdo para pasar piola en una sociedad que no entiendo. Se me adormece la cara cuando miento y de por sí no tengo muchos gestos, imagina. Es difícil, después de que te rompen el corazón nada vuelve a ser lo mismo. Mi pena legitima lo absurda que es la vida en este mundo que se cree muy cruel, pero que es realmente insignificante cuando nos damos cuenta de que no vale la pena tomarlo en serio.

Estaré quieto y dejaré que los demás se arriesguen, se compliquen y se lastimen entre ellos. Aunque cada vez hay más y más de esas personas indicadas que llegan a destiempo y que me miran con esos ojos que reviven mis sentimientos y que me aspiran los problemas esperando algo que no puedo dar porque simplemente ya no lo tengo. Soy el hombre de hojalata del país sin maravillas, tratando de olvidar algo cuyo recuerdo me recuerda que, si hubo un antes y un después de mí, fue ahí, en ese momento.

Me queda claro que no tengo los recursos para darme cuenta de lo obvio de la vida porque apenas he vuelto a abrir los ojos. Sí, nací ayer y tengo el camino libre, y aunque todavía no camine, eventualmente volveré a cruzar mis manos con otras en el baile perpetuo de la espontaneidad y se quedarán para luego irse porque nada es eterno ni dura lo que debería durar. No, estar juntos no es para siempre, pero estar separados tampoco. Mi consuelo es que todo termina y vuelve a empezar, sea diferente o sea igual.

Es terrible vivir esperando algo y al mismo sacudir la cabeza cuando la nostalgia te hace perder la mirada en el vaivén infinito de la luz en las pupilas. No sé a quién quiero engañar. Amé antes de saber lo que era el amor, el cual aprendí ahí, un día siendo amado y al otro no, y lo acepto, porque nunca escatimo en milagros, la verdad. Hay tiempo y espacio para todo bajo el cielo. Ordenaré mis prioridades mientras espero. ¡Qué sería de la vida si no se esperara algo! Hay infinitos motivos para ser feliz, pero ahora no soy ninguno de ellos. 

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