¡Feliz cumpleaños, Chuid!

Para Alex.

Terminé de escribirte un mensaje que no tiene nada que ver con tu día y que leerás cuando despiertes -e ignorarás como siempre-, y recordé que hoy es tu cumpleaños. Lo sé porque es el día ocho del mes ocho y naciste -como yo- en el año ochenta y nueve. Varios ochos para ser sincero. Soy ochofóbico, te cuento. Ocho son los Ochoa/Nosotros no somos como los Orozco, son ocho los monos, yo los conozco. Tengo miedo a ver muchos ochos juntos y a las ocho horas laborales por ley. Por eso yo nací un día siete: son siete los días de la semana, los colores del arco iris y las maravillas del mundo. Sí, me siento aludido por eso. Wikipedia, en una de sus descripciones más trasnochadas, asegura que el siete representa lo bueno y el ocho lo malo. ¿Tú qué dices? 

No decidimos qué día nacer, pero decidimos ser amigos y esa es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. El año 2000 suena bastante lejano. No teníamos problemas, éramos el problema de nuestros padres. Nuestra mayor preocupación era ver que haya sol para salir y hacer nada en el club. La secundaria estaba a la vuelta de la esquina y tu inesperada desaparición también. Y aquí es donde empieza esto. Estaba por escribir un mensaje de felicitaciones en tu muro, pero me estaba quedando tan grande que decidí mejor ponerlo por acá:

Recuerdo cuando te fuiste, la última imagen que tengo de ti es yendo a la enfermería luego de caer de espaldas por las escaleras de la cafetería porque eras el último de la fila en la formación y la cola de varones era negligentemente larga. Por esos días creo que llegó una chica que decía ser tu tía. A ella le pregunté por ti cuando ya no regresaste. A ella le puse cara de no entender la vida cuando me dijo que te fuiste a vivir a otro país. Te fuiste el 2001 y no supe nada de ti hasta el 2003: estaba practicando para un campeonato de un juego y dejé abierto el chat y tu mensaje salvaje apareció. No recuerdo qué dijimos, pero recuerdo que tomé una mala decisión.

Te pedí que me esperes un rato para terminar el juego y cuando volví ya te habías ido. Sentí que había caído en las más absoluta miseria hasta que comencé a jugar de nuevo y lo olvidé. Eso último es broma, pero sí me sentí mal. Después de eso no volví a saber de ti creo que hasta el 2007 -golpéame si me equivoco-, cuando viniste y vi que te habías estirado hasta el infinito, tanto, que si llegaba a verte de frente y el sol estaba detrás tuyo hacías un eclipse de ti. Dos cabezas, si no me equivoco, dos cabezas y una cara de pavo que no te cambia hasta ahora. Viniste unos días, nos tomamos una foto que no quiero ver y te fuiste para darme tiempo de crecer un poco. 

Un día del año 2011 me dijiste que volverías a Perú y como ya no éramos los niños de antes nos abrazamos con sinceridad cuando llegaste. Siempre se me hace difícil darte un abrazo, aunque ahora solo me lleves una cabeza, la cara de pavo que nunca se te quitó me impide abrazarte sin paltas (eso último también es broma, pero lo de tu cara es verdad). Luego me dijiste que te ayude a averiguar lugares donde estudiar porque decidiste quedarte a vivir y te juro que en ese momento me cambiaste la vida. Considero que la amistad es la máxima expresión de la confianza y tú eres mi amigo, elegí confiar en ti. Odio que estas palabras estén tan manipuladas por la sociedad que hayan perdido su significado, pero quiero que sepas que cuando te las digo lo hago pensando en su más pura esencia.

No me gusta decir que eres mi mejor amigo porque prefiero evitar ponerle etiquetas a las personas y clarificarlas por niveles como si fueran objetos. Me gusta saber que existes, eso sí, porque es lindo saber que hay alguien en este mundo que me puede llamar a cualquier hora del día y sabe que iré adonde quiera que esté y por cualquier motivo, calato, sangrando o en pleno. Es bueno saber que estás aquí porque me haces sentir útil, contigo cerca puedo estar seguro de que mi sangre o cualquiera de mis órganos tienen un buen lugar a donde ir a funcionar si algo deja de funcionar en tu cuerpo. Mi tiempo, que es lo más importante, está en tu muñeca. Mis oraciones, mi mente y mi espacio tienen un lugar con tu nombre. Entonces, para qué necesitas un regalo por tu cumpleaños si con este pechito te debería bastar y sobrar (eso último no es broma, pero igual da risa).

Te quiero, hermano. Lindo día para ti.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Me haz hecho llorar brother. Se te agradece tan bonitas palabras, y sabes aunque seas falla mal siempre estaré ahí para ti.

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