Lección de humildad. Capitulo cuatro.
Se pudo ganar ese partido y no solo hubiera sido histórico si no también algo milagroso. La selección jugaba como nunca, ni bien la tocaba un argentino le caían cuatro o más piernas, cada una con su patada respectiva. La gente no dejaba de alentar y dar sus más fuertes gritos. Parecía que en cualquier momento llegaría el gol peruano. Era todo un espectáculo ver jugar a Vargas. Siempre quise verlo pero nunca pude, en verdad es un genio. Lamentablemente termino el primer tiempo empatados a cero y la gente aprovechaba para ir a los, si se puede llamar así, servicios higiénicos, que de higiénicos no tienen nada, ni el papel. Yo me quedé en mi asiento, escuchando las conversaciones de la gente, además de las apuestas que corrían entre gente desconocida acerca de como quedaría el marcador. "Uno a cero para Perú" - Decía por ahí alguien que le apostaba a otra persona sobre quien pagaría el taxi de regreso. "Tres a uno para Argentina" - Le respondió el otro, confiado en que...